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Diagnostico y sintomatología del Bruxismo Madrid

Tratamiento efectivo con Toxina botulínica para Bruxismo

El bruxismo es un trastorno dental y de salud caracterizado por el hábito de apretar o rechinar los dientes de forma involuntaria. Este fenómeno suele ocurrir de una manera inconsciente y a menudo se producen durante el sueño. Este trastorno puede afectar a personas de todas las edades y suele tener impactos significativos en la salud.

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¿Por qué tengo bruxismo? 

El bruxismo es una condición multifactorial, lo que significa que varios elementos pueden contribuir a su desarrollo. Algunos factores de riesgo asociados con el bruxismo son:

Medicamentos: Algunos medicamentos, especialmente los antidepresivos, se han asociado con el bruxismo. Este efecto secundario puede resultar de la acción de los medicamentos sobre el sistema nervioso.

Edad: El bruxismo es más común en niños, aunque muchas veces se supera durante la adolescencia. Sin embargo, también puede aparecer en adultos y, en algunos casos, ser más prevalente en personas mayores debido a problemas dentales y de salud.

Condiciones médicas: Algunas enfermedades y trastornos, como el Parkinson o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), han mostrado una clasificación con el bruxismo.

Causas aparición del Bruxismo

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¿Cuáles son los síntomas de tener Bruxismo?

Sintomalogía y consecuencias del Bruxismo

El bruxismo tiene una gran variedad de síntomas y consecuencias que indican que lo padeces. Con un tratamiento con Botox se pueden evitar la gran parte de ellas.

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Este trastorno se caracteriza por el rechinamiento y el apretamiento de los dientes de forma involuntaria, puede tener múltiples causas subyacentes que abarcan desde factores físicos hasta emocionales y genéticos. Identificar estas causas es esencial para comprender el origen de este hábito y abordarlo de forma efectiva.

Algunas de las causas más comunes son:

Estrés y ansiedad: Tanto el estrés crónico como la ansiedad son dos desencadenantes que pueden desarrollar este trastorno. Ante la presencia de situaciones estresantes o situaciones en la que nos mostramos ansiosos, el cuerpo puede reaccionar apretando o rechinando los dientes. Este acto puede ser una liberación involuntaria de la tensión acumulada.

Maloclusión dental: La maloclusión dental, hace referencia a una mala alineación de los dientes al cerrar la boca. Esto puede ser otra causa de este trastorno. Cuando los dientes no encajan correctamente, el cerebro puede intentar ajustarlos mediante el rechinamiento. Este proceso inconsciente puede dar lugar a un desgaste excesivo de los dientes y el aumento de la presión sobre la mandíbula.

Factores genéticos: Tras los estudios realizados se ha descubierto que el bruxismo puede tener un componente genético. En caso de que tengas antecedentes familiares que hayan padecido este trastorno, es posible que tengas una predisposición genética para desarrollarlo.

Respuesta a la frustración o ira: Este trastorno también puede ser una respuesta a las emociones intensas como la frustración, la ira o la agitación. En los momentos de tensión emocional, algunas personas pueden manifestar su incomodidad a través del rechinamiento o apretamiento de los dientes.

Hábitos adquiridos: Algunas personas pueden desarrollar este trastorno como resultado de imitar comportamientos observados en otras personas. Esto es especialmente común en los menores.

Trastornos del sueño: Los trastornos del sueño, como la apnea del sueño o los terrones nocturnos, pueden estar relacionados con el bruxismo.

Consumo de estimulantes: Un consumo excesivo de cafeína, alcohol u otras sustancias estimulantes pueden aumentar la actividad muscular y nerviosa, lo que contribuye a la aparición del bruxismo.

Desequilibrios en neurotransmisores: Algunas investigaciones sugieren que los desequilibrios en los neurotransmisores, que son las sustancias químicas encargadas de transmitir las señales entre las células nerviosas, pueden influir en la aparición de este trastorno.

El bruxismo tiene una gran variedad de síntomas que indican que lo padeces.

Algunos de los principales son:

Dolor de mandíbula: Se trata del síntoma más común. Puede ser una sensación de rigidez, molestia o incluso un dolor agudo al abrir y cerrar la boca. El rechinamiento y apretamiento continuo de los dientes ejerce presión en los músculos de la mandíbula, lo que puede generar malestar.

Desgaste dental excesivo: Este trastorno puede dar lugar a un desgaste bastante significativo del esmalte dental. El contacto repetido y fuerte que se produce entre los dientes puede llevar a la erosión del esmalte, dejando los dientes mucho más sensibles y propensos a otros problemas dentales como las caries.

Dolor de cabeza: Este rechinamiento de los dientes puede ocasionar dolores de cabeza que se suelen sentir principalmente en la región temporal o en la frente.

Sensibilidad dental: El desgaste del esmalte dental provoca que los dientes sean más sensibles al calor, al frío y a ciertos alimentos o bebidas.

Dolor de oído: El bruxismo crónico puede extender la tensión muscular a las áreas circundantes, como los músculos de la mandíbula y el oído. Algunas personas pueden apreciar dolor en el oído o zumbidos también conocidos como tinnitus.

Dificultad para abrir y cerrar la boca: Una tensión constante en los músculos de la mandíbula puede hacer que abrir y cerrar la boca sea incómodo o incluso doloroso. En los casos más graves, este trastorno puede acabar ocasionando problemas en la articulación temporomandibular (ATM), lo que puede limitar el rango del movimiento de la mandíbula.

Cambios en la forma de los dientes: El desgaste constante y repetido del esmalte dental puede dar lugar a cambios tanto en la forma como en la apariencia de los dientes.

Problemas del sueño: El bruxismo nocturno puede interrumpir el sueño, tanto para la persona que padece el trastorno como para quienes duermen en la misma habitación.

Dolor en los músculos faciales: Los músculos faciales pueden tensarse debido al esfuerzo constante que se realiza en este trastorno. Esto puede manifestarse como dolor en las mejillas, los labios o incluso el cuello.

Desarrollo de las líneas de expresión: Este trastorno si se desarrolla a largo plazo puede causar líneas de expresión en la cara debido a la tensión constante de los músculos faciales.

Existen diferentes tipos de bruxismo, cada uno con sus propias características y factores. Los tipos de bruxismo más habituales son:

Bruxismo céntrico: Caracterizado por el apretamiento involuntario de los dientes superiores e inferiores con una fuerza excesiva, el bruxismo céntrico es el tipo más común de este trastorno. En este tipo de bruxismo, los dientes están en contacto directo y la mandíbula ejerce presión hacia arriba y hacia abajo. Como resultado, puede producirse un desgaste dental significativo, así como el dolor en la mandíbula y en los músculos faciales.

Bruxismo excéntrico: En este tipo de bruxismo, el rechinamiento se produce cuando los dientes se deslizan hacia delante o hacia atrás, en lugar de que apretarse directamente. Esto puede provocar un desgaste irregular en los dientes, aunque también puede generar molestias en la articulación temporomandibular.

Bruxismo del sueño: El bruxismo del sueño como su nombre indica, ocurre durante la fase de sueño y es más común en los menores. A menudo, padres y cuidadores pueden apreciar el sonido del rechinamiento de dientes durante la noche. Este tipo de bruxismo se acaba superando a medida que los niños/as van creciendo.

Bruxismo diurno: A diferencia con el bruxismo del sueño, el diurno se manifiesta cuando estamos despiertos. Quien lo padece puede apretar o rechinar los dientes durante situaciones de estrés o mientras están concentrados en sus actividades diarias.

Bruxismo secundario: Este tipo de bruxismo puede ser la consecuencia de otros problemas de salud, como trastornos neuromusculares, como el síndrome de Tourette, o como una reacción a medicamentos que pueden afectar al sistema nervioso.

Bruxismo psicológico: Se trata de una variación en la que el rechinamiento o el apretamiento de los dientes es una respuesta a problemas emocionales o psicológicos. Pueden estar relacionada con los trastornos de ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental.

Bruxismo funcional o protector: Algunas personas pueden experimentar este tipo de bruxismo como una forma de proteger los dientes. Este trastorno ocurre cuando la mandíbula se aprieta con fuerza como una forma de evitar que los dientes entren en contacto. Puede ser una reacción al dolor dental, a la sensibilidad o incluso a la preocupación por dañar los dientes durante el sueño.

La administración de toxina botulinica o también llamada bótox para tratar el bruxismo conlleva una serie de beneficios que convierten a este procedimiento como una de las opciones más prometedoras para tratar dicho trastorno. Algunos de los principales beneficios que aporta son:

Reducción sintomática sostenida: La aplicación selectiva de la toxina botulínica ha demostrado su eficacia en reducir de una forma consistente la intensidad y la frecuencia en la que se producen los característicos movimientos musculares involuntarios del bruxismo.

Alivio del dolor crónico: Tratar el bruxismo con bótox ofrece una mejora significativa en la gestión del dolor crónico. La disminución de la actividad muscular excesiva ayuda a mitigar las manifestaciones dolorosas, mejorando la comodidad y el bienestar de los pacientes.

Mantenimiento de la funcionalidad: A diferencia de otras intervenciones que acaban por limitar las funciones orales, el tratamiento de bruxismo con botox permite continuar realizando las funciones orales básicas como la masticación, deglución y fonación.

Conservación estética: El desgaste dental que se produce al padecer este tratamiento puede ir acompañado de implicaciones estéticas significativas. Una reducción controlada de las contracciones musculares mediante la toxina botulínica contribuye a minimizar el deterioro dental, preservando la estética de la sonrisa y la apariencia dental.

Abordaje poco invasivo: El tratamiento con bótox se caracteriza principalmente por su naturaleza mínimamente invasiva. Las inyecciones que se realizan en este procedimiento, suelen ser por lo general, bien toleradas por los pacientes que se someten a él y el procedimiento tampoco necesita de un período prolongado de tiempo para su recuperación.

Continuidad de los resultados: Aunque la duración de los efectos que produce este procedimiento con toxina botulínica son limitados, se puede mantener una mejoría de forma continuada gracias a la realización de diferentes aplicaciones periódicas.

Esta continuidad, brinda a los pacientes la oportunidad de experimentar un alivio de los síntomas y del dolor, sin la necesidad de recurrir a estos o a otros tratamientos de forma constante.

Mejora integral de la calidad de la vida: Gracias a la reducción de los principales síntomas del bruxismo y a que se restauran las funciones orales básicas, se logra alcanzar una mejora general en la calidad de vida de los pacientes

Aunque el bruxismo a menudo se considera una afección aislada, hay evidencia que sugiere que puede estar asociado con una serie de trastornos y condiciones médicas que afectan tanto la salud física como la mental.

Una de las conexiones más estudiadas es entre el bruxismo y los trastornos del sueño, como la apnea del sueño. La apnea del sueño se caracteriza por episodios de obstrucción de las vías respiratorias durante el sueño, lo que puede provocar micro despertares y un sueño de mala calidad. La presencia de bruxismo puede ser un indicador de la apnea del sueño, ya que ambas condiciones comparten factores de riesgo similares, como la obesidad y la edad avanzada. Además, el rechinamiento de dientes puede ser una respuesta involuntaria a la falta de oxígeno durante los episodios de apnea.

El bruxismo también ha sido vinculado a trastornos de ansiedad y estrés. Las personas que experimentan niveles elevados de ansiedad a menudo tienen una mayor predisposición a rechinar los dientes, lo que sugiere que la tensión emocional puede desencadenar o agravar el bruxismo. Este vínculo subraya la importancia de abordar la salud mental en el tratamiento del bruxismo, considerando enfoques que incluyen la gestión del estrés y la ansiedad.

Otras condiciones médicas que se han relacionado con el bruxismo incluyen trastornos neurológicos, como el Parkinson. Los pacientes con esta enfermedad pueden experimentar bruxismo debido a la disfunción motora y la rigidez muscular asociadas con el trastorno. Además, el uso de ciertos medicamentos para tratar estas afecciones, como los antidepresivos, puede tener efectos secundarios que agraven el bruxismo.

El bruxismo también puede tener implicaciones en la salud dental y bucodental. Las personas con enfermedades periodontales pueden encontrar que el bruxismo agrava la pérdida de dientes y otros problemas dentales. La tensión constante en los músculos de la mandíbula puede aumentar la probabilidad de que se produzcan lesiones o fracturas en los dientes.

Finalmente, algunas investigaciones sugieren que el bruxismo podría estar relacionado con afecciones gastrointestinales, como el reflujo gastroesofágico. Aunque la relación no está completamente establecida, algunos pacientes informan que experimentan bruxismo junto con síntomas de reflujo, lo que podría sugerir un vínculo entre ambas condiciones.

Dado que el bruxismo puede no presentar síntomas evidentes y muchas personas no son conscientes de que lo padecen, la detección temprana es fundamental para prevenir daños en los dientes y otros problemas de salud asociados.

El primer paso en el diagnóstico del bruxismo generalmente implica una consulta inicial, donde el especialista revisa el historial clínico del paciente y pregunta sobre hábitos relacionados con el sueño y el estrés. Durante esta consulta, también se puede realizar un examen físico de la boca, buscando signos visibles de desgaste dental, como el aplanamiento de las superficies de los dientes, lesiones o sensibilidad dental.

Además del examen visual, se le puede solicitar al paciente que complete un cuestionario o diario de sueño para identificar patrones relacionados con el bruxismo. Esto puede incluir la frecuencia con la que el paciente cree que rechina los dientes, si experimenta dolor en la mandíbula, o si ha notado ruidos durante la noche.

En algunos casos, se puede recomendar la realización de estudios adicionales, como un análisis del sueño. Esto se lleva a cabo en un entorno controlado, donde se monitorean las ondas cerebrales, la actividad muscular y otros parámetros que pueden ayudar a determinar la presencia de bruxismo durante el sueño. Estos estudios pueden ser particularmente útiles en situaciones en las que hay dudas sobre si el bruxismo está relacionado con otros trastornos del sueño, como la apnea del sueño.

La observación por parte de un compañero de cama o un familiar también puede ser un factor importante en el diagnóstico. Muchas veces, son ellos quienes pueden notar los ruidos de rechinamiento o los movimientos involuntarios de la mandíbula durante la noche.

Una vez que se ha confirmado el diagnóstico del bruxismo, el medico puede discutir las opciones de tratamiento y manejo. Esto puede incluir desde la creación de férulas de descarga para proteger los dientes y reducir la tensión en la mandíbula, hasta la recomendación de cambios en el estilo de vida, como la reducción del estrés y la mejora de la higiene del sueño.

El Botox se ha convertido en una opción para tratar el bruxismo, ya que puede ser una herramienta efectiva para proporcionar alivio a corto y mediano plazo. No obstante, cada paciente es único, y la duración de sus efectos puede variar. Al inyectar Botox en los músculos masticadores, se busca disminuir su actividad y aliviar los síntomas del bruxismo.

En términos de duración, los efectos del Botox para el bruxismo generalmente se observan entre tres y seis meses. Sin embargo, esta duración puede variar entre diferentes pacientes. Factores como la cantidad de Botox administrada, la técnica utilizada por el profesional y las características individuales de cada persona, como su metabolismo y la gravedad del bruxismo, pueden influir en la efectividad y duración del tratamiento.

Es importante tener en cuenta que el efecto del Botox no es permanente. Con el tiempo, los músculos masticadores recuperan gradualmente su fuerza y función, lo que puede llevar a la reaparición de los síntomas. En algunos pacientes, los efectos pueden comenzar a disminuir a los dos meses, mientras que otros pueden experimentar alivio durante un período más prolongado, incluso hasta ocho meses.

Para maximizar los beneficios del tratamiento del bruxismo con botox, es recomendable que los pacientes se sometan a revisiones periódicas con su especialista. Estas visitas permiten evaluar la eficacia del Botox y determinar si es necesario realizar un nuevo tratamiento o ajustar la dosis. Además, es importante que el tratamiento con Botox sea parte de un enfoque integral que incluya otras estrategias para manejar el bruxismo, como el uso de férulas dentales, la reducción del estrés y la adopción de técnicas de relajación.

La cantidad de unidades de Botox necesarias para tratar el bruxismo puede variar dependiendo de varios factores, como la severidad del bruxismo, la técnica del médico, y las características individuales del paciente. Sin embargo, en general, se suelen administrar entre 20 y 50 unidades de Botox en total durante una sesión.

El especialista distribuye estas unidades en los músculos masticadores. Es común que se realicen múltiples inyecciones en cada lado de la mandíbula. La cantidad exacta puede ajustarse según la respuesta del paciente al tratamiento y su anatomía particular.

Es importante que un profesional calificado evalúe el caso de cada paciente y determine la dosis adecuada para lograr los mejores resultados. Además, se recomienda realizar un seguimiento para observar cómo responde el paciente al tratamiento y si es necesario ajustar la dosis en futuras sesiones.

La frecuencia con la que se debe aplicar Botox para evitar el bruxismo suele ser cada tres a seis meses. Sin embargo, esta periodicidad puede variar dependiendo de varios factores, incluyendo:

– Respuesta individual al tratamiento
– Gravedad del bruxismo
– Dosis administrada
– Seguimiento y evaluaciones periódicas
– Otros tratamientos complementarios

Es aconsejable mantener una comunicación constante con el especialista para ajustar el tratamiento según sea necesario y asegurar el mejor manejo de la condición.

El bruxismo puede causar dolor y malestar en la mandíbula, cabeza y cuello. Para aliviar estos síntomas, se pueden considerar vario medicamentos, siempre bajo la supervisión de un medico. Aquí hay algunas opciones comunes:

Analgésicos  sin receta medica:

– Ibuprofeno: Un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) que ayuda a reducir el dolor y la inflamación.

– Paracetamol (Acetaminofén): Alivia el dolor, pero no tiene propiedades antiinflamatorias.

Relajantes musculares:

Medicamentos como el carisoprodol o la ciclobenzaprina pueden ayudar a reducir la tensión muscular y el espasmo en la mandíbula.

 Antidepresivos:

En algunos casos, los antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina, se recetan a dosis bajas para ayudar a reducir el bruxismo y aliviar el dolor asociado.

Benzodiazepinas:

Medicamentos como el diazepam pueden ser prescritos para ayudar a reducir la ansiedad y relajar los músculos, pero generalmente se utilizan a corto plazo debido a su potencial de dependencia.

Analgésicos tópicos:

Crema o gel que contiene lidocaína o capsaicina puede aplicarse en la zona afectada para aliviar el dolor localmente.

Suplementos:

Algunos estudios sugieren que el magnesio o la vitamina B pueden ayudar a reducir la tensión muscular, aunque es mejor consultarlo con un médico. Es importante recordar que el tratamiento del bruxismo debe ser integral. Además de los medicamentos, es recomendable combinar el tratamiento con otras estrategias, como el uso de férulas o protectores dentales, terapia física, técnicas de relajación y manejo del estrés. Siempre consulta a un médico o dentista antes de iniciar cualquier tratamiento para asegurarte de que sea adecuado para tu situación.

Proteger tus dientes del bruxismo es fundamental para evitar el desgaste dental y otros problemas asociados. Aquí tienes algunas estrategias efectivas para proteger tus dientes:

Botox: Como mencionamos anteriormente, el Botox puede ser una opción para relajar los músculos de la mandíbula y reducir el bruxismo en algunos casos.

Férulas o protectores nocturnos: Usar una férula dental hecha a medida por un dentista puede ayudar a proteger tus dientes mientras duermes. Estas férulas actúan como una barrera entre los dientes, evitando el contacto y la presión excesiva.

Técnicas de relajación: Practicar técnicas como la meditación, el yoga o ejercicios de respiración puede ayudar a reducir el estrés, que a menudo es un desencadenante del bruxismo.

Manejo del estrés: Identifica y aborda las fuentes de estrés en tu vida. Puede ser útil establecer rutinas que incluyan actividades relajantes, como leer, escuchar música o disfrutar de un baño caliente.

Evitar estimulantes: Reducir el consumo de cafeína, nicotina y alcohol, especialmente antes de dormir, puede ayudar a disminuir la tensión en los músculos de la mandíbula.

Ejercicios de mandíbula: Realizar ejercicios específicos de relajación y
estiramiento de la mandíbula puede ayudar a aliviar la tensión acumulada.
Consulta a un fisioterapeuta o dentista para obtener recomendaciones
adecuadas.

Terapia física: La terapia física puede ser útil para aliviar la tensión muscular en la mandíbula, el cuello y los hombros, que a menudo se ven afectados por el bruxismo.

Tratamientos dentales: Un dentista puede evaluar el estado de tus dientes y recomendar tratamientos, como restauraciones o correcciones oclusales, que pueden ayudar a aliviar el bruxismo y proteger los dientes.

Control médico: Si el bruxismo es severo, considera hablar con un médico especialista sobre la posibilidad de utilizar medicamentos para ayudar a controlar los síntomas.

Hábitos de sueño: Establecer una rutina de sueño regular y asegurarte de que tu entorno de descanso sea cómodo y relajante puede ayudar a mejorar la calidad del sueño y reducir el bruxismo nocturno.

Al combinar estas estrategias, puedes proteger tus dientes y mejorar tu calidad de vida al reducir los efectos del bruxismo. Si los síntomas persisten, es fundamental consultar a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

El Botox se inyecta en los músculos masticadores responsables del bruxismo, específicamente en las siguientes áreas:

Músculo Masetero: Este es el principal músculo masticador que se encuentra en la parte lateral de la mandíbula. Las inyecciones de Botox se realizan en la parte superior y lateral del masetero para reducir su actividad y aliviar la tensión.

Músculos Temporales: Este músculo se sitúa en la parte lateral de la cabeza, justo encima de la oreja. Las inyecciones en el músculo temporal ayudan a reducir el dolor y la tensión en la región.

Músculos Pterigoideos: Aunque menos común, algunos médicos pueden inyectar en los músculos pterigoideos, que están ubicados en la parte interna de la mandíbula, para abordar el bruxismo y el dolor asociado.

El médico determinará la ubicación y la cantidad de unidades de Botox que se deben administrar en función de la evaluación del paciente y la gravedad del bruxismo. Es importante que estas inyecciones sean realizadas por un medico estético, o médico especializado, para garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento.

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Otros tratamientos estéticos

A continuación te presentamos otros tratamientos estéticos relacionados con el tratamiento de botox para bruxismo  que realizamos en nuestro centro medico en Madrid

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