¿Qué es una contractura muscular?
Una contractura muscular es una contracción involuntaria y mantenida en el tiempo del músculo que provoca molestias o dolor e inmovilidad en la zona afectada. Se trata de una alteración del funcionamiento normal del órgano muscular, que se contrae y se relaja multitud de veces al día para hacer posible cada movimiento del cuerpo. Sin embargo, cuando esta lesión se da, el músculo es incapaz de distenderse después de contraerse, de forma que se hincha y endurece, provocando el abultamiento que comúnmente se conoce como nudo.
No se trata de una lesión grave, aunque puede llegar a ser muy molesta si impide al afectado realizar determinados movimientos con normalidad o sin que aparezca el dolor. Debido a que se trata de un problema muscular, hay que aprender a identificarla correctamente para no confundirla con otra afección de naturaleza parecida.
Por lo general se trata de una lesión de duración corta, y existen determinados procedimientos que cualquier persona puede realizar para aliviar sus síntomas. Sin embargo, si no remiten o son tan virulentos que impiden al afectado realizar una vida normal, es recomendable acudir a un fisioterapeuta para aliviar el dolor y acortar el tiempo de recuperación.
¿Por qué aparece una contractura muscular?
Sobrecarga y esfuerzos
Los músculos de nuestro cuerpo sufren muchas presiones a lo largo del día. En general, si están tonificados serán capaces de adaptarse a los esfuerzos y cambios a los que los sometamos sin problemas. Sin embargo, si la musculatura no es lo suficientemente fuerte, un sobreesfuerzo o un movimiento brusco pueden ocasionar lesiones como las contracturas musculares.
Las malas posturas corporales
También pueden ocasionar una contractura muscular. En este sentido, deben tener especial cuidado las personas que trabajan en una oficina frente a un ordenador, ya que determinados hábitos, como sentarse sin apoyar bien la espalda o adelantar mucho el cuello al mirar la pantalla, pueden provocar este tipo de lesión.
Estrés y presión a lo largo del día
Un factor muy común en la aparición de una contractura muscular es el estrés. Este trastorno psicológico provoca tensiones en determinadas partes del cuerpo sin que nos demos cuenta que tensan los músculos hasta provocar la lesión.
Actividad física sin calentamiento previo
Otra causa bastante habitual de una contractura muscular es realizar una actividad física sin calentar previamente. En estos casos el músculo no está preparado para realizar un esfuerzo superior al habitual, por lo que se genera una fatiga que acaba provocando la lesión.
Frio, deshidratación y desnutrición
Por último, el frío, la deshidratación y la desnutrición también pueden estar en el origen de una contractura muscular, si bien estas son causas menos frecuentes. Las bajas temperaturas provocan que la musculatura se contraiga y, además, nos hace adoptar posturas poco naturales con el fin de calentarnos que pueden provocar una lesión. Por otra parte, la falta de líquidos o de nutrientes puede hacer que el músculo no tenga con qué regenerarse, por lo que hace más probable la aparición de una contractura.
¿Cómo es una contractura muscular y qué síntomas tiene?
En términos generales, una contractura muscular provoca dolor y rigidez en la zona afectada, lo que limita los movimientos de la persona que la padece. Esta lesión siempre viene acompañada de una inflamación o bulto fácilmente identificable al tacto.
Como ya señalábamos con anterioridad, la contractura muscular suele ser un tipo de lesión leve, aunque molesta. No obstante, hay ocasiones en las que el problema puede agravarse, en especial cuando afecta a determinadas partes del cuerpo o a varios músculos a la vez.
Mientras la contractura muscular sea leve, los síntomas no pasarán del dolor y la rigidez, pero si además de estos aparecen otras molestias como mareos, migraña o pesadez en las extremidades, debemos ponernos en manos de un profesional en una clínica de fisioterapia. Estos problemas suelen venir ocasionados por contracturas musculares que se dan en partes especialmente delicadas del cuerpo, como la zona cervical, por lo que conviene tratar el problema cuanto antes para poder desarrollar una vida normal.
Por otra parte, la extensión de la contractura a varios músculos es también un caso de mayor gravedad, puesto que afectará a una zona más amplia y empeorará los síntomas leves, como el dolor o la limitación de movimientos.
¿Cuánto tiempo dura una contractura?
La duración de una contractura muscular puede ser variada. Por lo general, aquellas más leves se alivian a los 4 o 5 días de aparecer, aunque las que se encuentran en zonas que soportan el peso corporal tienen un tiempo de recuperación más prolongado.
Si la duración de la contractura muscular supera los 7 días con una intensidad de dolor y dificultad de movimiento de igual virulencia a la de los primeros días, es recomendable acudir a un fisioterapeuta para que identifique esa prolongación desacostumbrada de la lesión y le ponga remedio.
Asimismo, si la contractura muscular provoca un adormecimiento o pérdida de fuerza en la zona afectada, hay que acudir lo antes posible a un médico.
¿Cómo curar una contractura muscular?
La mejor forma de curar una contractura muscular es ponerse en manos de un especialista en fisioterapia, ya que masajear profesionalmente la zona aliviará la tensión muscular y eliminará el nudo que se ha formado, provocando inmediatamente una sensación de alivio, si bien harán falta dos o tres sesiones con el fisioterapeuta para la cura completa.
Una vez se ha acudido a la clínica de fisioterapia, habrá que guardar reposo y seguir las indicaciones del fisioterapeuta, que será el que indicará cuándo y de qué manera el afectado puede ir reincorporándose a la actividad física normal.
Sin embargo, si la contractura muscular no es especialmente dolorosa y tan solo supone una molestia, reposo y tiempo son los mejores remedios para que se cure. Hay que dejar de practicar las actividades que provoquen dolor en la zona y esperar 3 o 4 días para que se pase. Si, como indicamos anteriormente, el dolor no remite en ese lapso temporal, hay que acudir al fisioterapeuta.
Para hacer más llevadero ese tiempo de recuperación, se puede aplicar calor seco a la zona los primeros días, ya que además de ayudar a la recuperación provocará una inmediata sensación de alivio.
Una vez aplicado lo anterior durante el primer y segundo día desde la aparición de la contractura muscular, también se puede recurrir a los baños de contraste, es decir, la aplicación de forma alterna de agua fría y caliente sobre la zona afectada.
Esa alternancia provocará que los vasos sanguíneos se contraigan y dilaten, lo que favorecerá una mayor circulación de la sangre que ayudará a la recuperación de la lesión. Por último, también se puede recurrir a los fármacos para aliviar los síntomas de una contractura.
Los antiinflamatorios, tanto de ingesta oral como de aplicación cutánea, aliviarán las molestias de forma inmediata, aunque sólo temporalmente, y ayudarán a curar la zona dañada.
¿Quiénes suelen ser los más afectados por contracturas musculares?
La contractura muscular es un tipo de lesión que puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad o sexo, y a cualquier músculo del cuerpo. No obstante, hay determinados factores que elevan el riesgo de sufrirlas.
En este sentido, uno de los colectivos que mayores posibilidades tiene de padecer una contractura muscular es el de los deportistas o las personas que practican deporte con asiduidad, ya que al forzar los músculos el riesgo de lesión aumenta.
Asimismo, las personas que trabajan muchas horas sentadas frente a un ordenador o las que mantienen de forma habitual posturas corporales poco naturales también son más propensas a padecer este tipo de lesión.
Otro colectivo con un riesgo mayor de sufrir este tipo de lesiones es el de las personas mayores, pese a que, como hemos comentado con anterioridad, una contractura muscular puede aparecer a cualquier edad. Sin embargo, como ocurre con otras lesiones y enfermedades, el deterioro de los tejidos como consecuencia del envejecimiento hace más probable su aparición.
Por último, las personas que sufren trastornos psicológicos como la ansiedad o el estrés también se encuentran entre la población con mayores posibilidades de sufrir una contractura muscular.
5 consejos para prevenir una contractura muscular
Calentamiento y deporte
Realizar actividades físicas de forma habitual es una de las mejores formas de prevenir una contractura muscular, ya que el ejercicio fortalecerá los músculos y los mantendrá tonificados, lo que dificultará la aparición de lesiones. Ahora bien, es importante tener en cuenta que una actividad deportiva mal ejecutada puede ser la detonante de una contractura muscular, por lo que es importante que antes de realizar cualquier esfuerzo se haga un calentamiento adecuado de la zona que se va a trabajar, así como progresar paulatinamente en la intensidad y las cargas del ejercicio.
Estiramientos
Realizar estiramientos tras la práctica deportiva ayudará a destensar los músculos y facilitar que se relajen, dificultando la aparición de contracturas. Asimismo, si se tiene la sensación de que determinadas zonas del cuerpo están muy cargadas por posturas o movimientos cotidianos, también es recomendable realizar pequeños estiramientos de dos o tres minutos cada cierto tiempo a lo largo del día. En ambos casos los estiramientos deben ser prolongados y progresivos, procurando tensar la musculatura sin forzarla para evitar lesiones.
Posturas corporales
Hay que evitar mantener una misma posición corporal durante mucho tiempo y tener cuidado con la postura que se adopta mientras se está sentado frente al ordenador para evitar la aparición de una contractura muscular. Asimismo, hay que tener cuidado al agacharse y al levantar peso, procurando siempre hacerlo con la espalda recta y flexionando las rodillas.
Aprender a relajarse
Determinados trastornos psicológicos como el estrés pueden estar en el origen de una contractura muscular, por lo que es recomendable evitar, en la medida de lo posible, situaciones que lo propicien. En este sentido, es muy beneficioso practicar yoga y métodos de relajación como la meditación o la aromaterapia.
Dieta equilibrada
La alimentación es un componente fundamental para la recuperación de los músculos tras los esfuerzos, por lo que una dieta rica y variada ayudará a prevenir una contractura muscular como otras lesiones de cualquier tipo. La ingesta regular de agua es también importante, ya que la deshidratación aumenta el riesgo de sufrir calambres, por lo que hay que procurar beberla cada cierto tiempo a lo largo del día y no solo cuando se tiene mucha sed o durante las comidas. Tampoco es recomendable tomarla en grandes cantidades de golpe.